Grazalema ha quedado atrás,
esta suerte de pueblo
despeñado del Endrinal,
asomado a un río,
vigilante del cielo
como las varas de ailanto.
La lluvia aquí es como la memoria,
nos hace cabalgar por los años:
aquel invierno reventaron los caños
y el tajo vomitó su savia,
tal año se secaron las fuentes,
enero de 1998 fue muy lluvioso
y sus recuerdos rebosaron el pluviómetro…
Los recuerdos se estampan sobre las tejas
en un rastro moteado,
dejando un mapa de borrascas,
de tal forma, que para leer la historia,
con minúsculas,
tenemos que perder nuestra vista
entre los tejados de los años.
Fragmento de Inventario de Emociones Encontradas (2010)
2 comentarios:
Parece todo como vivo, como una pieza más de ese cuerpo que es la Tierra. Una pieza conocida, a la que se le puede tocar e identificar en el espacio y en el tiempo. Un gran abrazo.
Antonio gracias por tus sabios comentarios. Es un placer tenerte como seguidor de mi blog.
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